Recital de poesía declamada

RENACER

Renacer es no haber «muerto» nunca, haber adquirido experiencias, haber reposado en el otoño y en el invierno para abrirse paso a la expansión, un punto más alto que en el periodo anterior.

Es vencer la oscuridad que, de tanto tanto, nos amenaza, la inercia que de pronto nos paraliza, el desánimo que corroe el entusiasmo.

Cada día, cuando asoma el sol en el horizonte, hay una oportunidad para renacer.

Renacer es una batalla en la que la luz se manifiesta después de haber superado muchas pruebas, algunas terribles, en las entrañas del tiempo y la naturaleza.

Este es el mensaje del recital de poesía declamada Renacer.

También podrás colaborar con la Asociación de Voluntariado Gea La Safor, cuya campo de acción se centra en nuestra comarca, con una pequeña aportación voluntaria.

Por lo demás, la entrada es gratuita. Como el aforo es reducido, reserva tu entrada por Whatsapp al 623204 795 o por Eventbrite en este enlace:

https://www.eventbrite.com/e/869483497547?aff=oddtdtcreator

Magia y Harry Potter

En los libros de Harry Potter, de la autora J.K. Rowling, aparecen y se mencionan elementos, plantas, animales e incluso personas relacionadas con la magia y la alquimia.

Vamos a revisar diez de estos elementos de esta saga para averiguar qué tienen de verdad.

Página del Libro del Rey Salomón

La capa de invisibilidad

Volverse invisible es fácil… si conoces las palabras adecuadas.

Como no tienes ninguna capa para hacerte invisible, puedes seguir las instrucciones que se incluyen en un manuscrito del siglo XVII conocido como El libro del Rey Salomón llamado la Llave del Conocimiento, del s. XVII, según las cuales podías volverte invisible con tan solo recitar estas palabras:

«Stabbon, Asen, Gabellum, Saneney, Noty, Enobal, Labonerem, Balametem, Balnon, Tygumel, Millegaly, Juneneis, Hearma, Hamorache, Yesa, Seya, Senoy, Henen, Barucatha, Acararas, Taracub, Bucarat, Caramy, por la misericordia que otorgas a la humanidad, hazme invisible».

Estas instrucciones figuran en un capítulo titulado “Cómo deben prepararse los experimentos para volverse invisible”. 

Fawkes, el ave fénix

Fénix renaciendo de sus cenizas, Bestiario s. XIII

Un fénix tarda nueve días en renacer de las cenizas

El fénix es una de las aves mitológicas más famosas y Fawkes, el amigo alado de Dumbledore, es un personaje que goza de gran estima en los libros.

En los bestiarios medievales, que eran enciclopedias sobre animales reales e imaginarios, a menudo se describía su comportamiento y su ciclo vital.

Cuenta una leyenda que el fénix era originario de Arabia, vivía 500 años y al llegar a la vejez construía su propia pira funeraria con ramas y plantas.

Después, avivaba las llamas con sus propias alas para que el fuego lo consumiera y, al cabo de nueve días, volvía a renacer de las cenizas. Esta capacidad legendaria a menudo se ha comparado con la resurrección de Jesucristo.

Adivinar el futuro

Los lunares en las nalgas son un buen augurio

El libro El último legado del adivino del antiguo Egipto, publicado en Londres en 1775, contiene muchos consejos dudosos para predecir el futuro. Conocemos la lectura de los posos de té, pero otra forma de adivinar el futuro es interpretando los lunares del rostro y el cuerpo.

Página El último legado del adivino del antiguo Egipto

Por ejemplo, ¿sabías que un lunar en las nalgas denota honor en un hombre y riqueza en una mujer? En otra página titulada El significado de las líneas y de otras marcas de la mano, se cuenta que, al leer la mano de una persona, algunas líneas pueden indicar que se trata de alguien noble y leal, mientras que otras tal vez aconsejen huir de ella para evitar problemas.

Nicholas el alquimista

Aunque Nicolas Flamel nunca se interesó por la filosofía hermética y falleció en el s. XV, la leyenda hace que se le atribuyan obras alquímicas aparecidas mucho más tarde.

El herbario completo del médico inglés Culpeper

Sin embargo, sí existió un Nicolas acusado de hechicería. Herbario (Herbal) de Nicholas Culpeper, publicado en 1652, es uno de los libros sobre plantas medicinales de mayor influencia. Sin embargo, los médicos de la época no vieron con buenos ojos a Culpeper, boticario sin licencia que a menudo entraba en conflicto con el Colegio de Médicos, sobre todo porque escribía en inglés (para que todo el mundo pudiera comprenderlo) en lugar de hacerlo en latín, la lengua utilizada entonces.

En 1642, lo acusaron de brujería, práctica que se castigaba con la pena de muerte, aunque finalmente fue absuelto. Hoy lo describiríamos como una especie de chamán, un sabio experto en encontrar remedios para curar males y enfermedades.

Mandrágora para vencer al basilisco

Si quieres cultivar una mandrágora, búscate un perro

Lección de herbología: en la Edad Media, se creía que las mandrágoras podían curar dolores de cabeza y de oídos, además de la gota. No obstante, decían que el cultivo de esta planta era peligroso porque sus raíces tenían forma humana y, al extraerse de la tierra, se producía un ruido ensordecedor que podía llevar a la locura.

Kitāb mawādd al-‘ilāj (versión árabe de Dioscorides, Materia medica, s. XIV

Por eso, los coleccionistas de plantas de la época idearon un método muy elaborado para cultivar mandrágoras. La forma más segura de hacerse con una era desenterrar sus raíces con una estaca de marfil y atar la planta a un perro con una cuerda. Entonces se hacía sonar un cuerno, que ahogaba el chillido de la mandrágora y al mismo tiempo asustaba al perro, el cual tiraba de la planta. Otro consejo era llenarse los oídos con terrones antes de arrancar la mandrágora.

Bezoar: contra los venenos

Algunas de las mejores piedras bezoar proceden de estómagos de cabra.

Todos recordamos el bezoar que Harry utilizó para salvar la vida a Ron después de que este bebiera un poco de aguamiel envenenada en el despacho del profesor Slughorn. Pero ¿qué es exactamente un bezoar? Es una masa de fibra sin digerir que se forma en el estómago de algunos animales y que se considera un antídoto para el veneno. Los bezoares llegaron a Europa durante la Edad Media de la mano de médicos árabes.

Pierre Pomet, A complete history of druggs, 1748

Los coleccionistas ricos de la época (incluidos reyes y papas) estaban dispuestos a pagar importantes cantidades de dinero para comprar las mejores piedras. En el libro Histoire générale des Drogues (Historia general de las drogas), publicado en 1694, se explica que el poder medicinal del bezoar dependía del animal que lo producía. Por ejemplo, los que se extraían de vientres de vaca distaban mucho de ser tan buenos como los que procedían de la llamada cabra bezoar.

Alquimia

Abū al-Qāsim al-‘Irāqī, Kitāb al-aqālīm al-ab‘ah, Libro de los siete climas

Esta antigua ilustración alquímica es en realidad una reproducción de un monumento del antiguo Egipto

La obra conocida como Libro de los siete climas, escrito en el siglo XIII por Abū al-Qāsim Muhammad ibn Ahmad al-‘Irāqī, se centra en la ilustración alquímica. Esta imagen pertenece supuestamente a un libro oculto atribuido a Hermes Trismegisto, un legendario sabio del antiguo Egipto.

Se decía que conocía a la perfección los secretos de la alquimia y que los registró en jeroglíficos que grababa en las paredes de las tumbas.

Lo que Al-‘Irāqī no sabía es que esta imagen reproduce un monumento antiguo construido en memoria del rey Amenemhat II, que gobernó en Egipto del 1922 al 1878 a. C. aproximadamente.

Unicornios

Los unicornios pueden tener dos cuernos.

Unicornios de Pierre Pomet

Últimamente, vemos unicornios en todas partes: en el pelo, en las tostadas que comemos, en la ropa, etc. Pero nuestra fascinación por este animal fabuloso se remonta a varios siglos. En 1694, el farmacéutico francés Pierre Pomet publicó Histoire générale des Drogues (Historia general de las drogas). Una de las ilustraciones del libro muestra cinco especies distintas de unicornio, entre ellas el camphor (un asnocornudo de Arabia) y el pirassoipi.

La característica más distintiva del pirassoipi son sus dos cuernos (¡vaya trampa!), como vemos en la esquina inferior izquierda de esta imagen. Pomet contaba que este unicornio con dos cuernos tenía el tamaño de una mula y era peludo como un oso. También decía que se hacía un buen uso de los cuernos de los unicornios por las excelentes propiedades que se les atribuían, sobre todo para combatir venenos.

Hablando de oráculos

El objeto fechable más antiguo de la Biblioteca Británica se identificó con la ayuda de la NASA

Se calcula que las colecciones de la Biblioteca Británica comprenden alrededor de 200 millones de libros, manuscritos, periódicos y muchos otros materiales. El objeto fechable más antiguo es un hueso oracular chino, también conocido como hueso de dragón. En una cara incluye una predicción que se hizo en la corte del gobernante y, en la otra, un relato escrito de un eclipse lunar. La descripción del eclipse es tan detallada que, con la ayuda de la NASA, podemos determinar que se presenció en Anyang (China), el 27 de diciembre de 1192 a. C., entre las 21:48 y las 23:30 (17 minutos arriba o abajo).

Huesos de oráculos chinos, aprox 1600-1050 aC

Se puso hecho un basilisco

Lleva siempre una comadreja en el bolsillo.

Basilisco, Historia animalium, 1595

Nunca sabes cuándo puedes encontrarte un basilisco, que puede matarte con su mirada fatal. A no ser que, como Harry, tengas a mano la espada de Godric Gryffindor, siempre es mejor que lleves contigo una comadreja. Al menos este es el consejo que daba el naturalista romano Plinio el Viejo, que murió en el año 79 d. C.

Según Plinio, al poner una comadreja en la madriguera de un basilisco, esta criatura sucumbía a su olor fétido. Lamentablemente, la comadreja también moría en la lucha resultante.

Fuente: Reportaje de British Library

En Navidad, muérdago

La magia del muérdago

El muérdago es una planta que todos asociamos sin querer con las Navidades. La vemos año tras año, normalmente de plástico, colgada sobre nuestras puertas o adornando el árbol de Navidad, y bien poco o nada sabemos de ella, únicamente que un beso dado a la persona amada, bajo su influencia, nos deparará mucha suerte y amor eterno.

¿Pero qué es realmente el muérdago? ¿De dónde proviene la creencia de la magia de esta planta?
El historiador romano Plinio en su Historia natural, nos hablaba ya de estos sacerdotes y magos celtas explicando el complejo ritual del que se servían para su recolección, siempre en determinadas fechas del año y prefiriendo el muérdago nacido en los troncos de los robles. Lo utilizaban para protegerse de los rayos, de la maldad, de las enfermedades, para ayudar a las mujeres a la concepción, para hacerse invisibles, para curar heridas. Creían que el muérdago, tomado como bebida, da fecundidad a los animales estériles y constituye un remedio contra todos los venenos.

El muérdago era su planta mágica por excelencia y los druidas lo recogían cuidando que no tocase el suelo, bien en el solsticio de verano o bien en el de invierno, siendo diferente por ello sus aplicaciones.

Los galos lo llaman con un nombre que significa “el que lo cura todo”: en irlandés es uileiceadh. Es símbolo de la inmortalidad y de la regeneración física. El muérdago de roble o de encina es muy raro y difícil de encontrar y eso explica en parte el uso que los druidas galos hacían de él. Cuando se lo encuentra, se lo recoge en una gran ceremonia religiosa el sexto día de la luna. Vestido con un ropaje blanco, el sacerdote sube al árbol y lo corta con una hoz de oro, recogiéndolo en un lienzo blanco. Después se inmolan dos toros blancos.

Las leyendas sobre el muérdago son innumerables; una francesa nos relata que en su origen esta planta era un árbol, pero habiendo sido utilizada para construir la cruz donde Jesucristo sufrió su martirio y muerte, Dios la condenó a no obtener jamás un lugar en la tierra y a tener que depositar sus raíces sobre otros árboles.

La leyenda del beso debajo del muérdago nos llega de mano del dios nórdico de la paz, Balder. Este fue herido y muerto por una flecha de muérdago lanzada por el dios Loki. Esto entristeció mucho al resto de los dioses, que conmovidos por los llantos de la amada de Balder, le restituyeron la vida para que continuase eternamente con su amor. Por ello, en tributo a esta pasión sin fin, Balder ordenó que cada vez que una pareja enamorada pasase por debajo de una rama de muérdago, se besasen para perpetuar su amor. Otra versión cuenta que fue la madre de Balder, la  la diosa Frigg, quien pudo devolverle la vida. Se dice que sus lágrimas se convirtieron en las bayas blancas de la planta de muérdago y en su alegría Frigg beso a todo aquel que pasase por debajo del árbol, bendiciendo a cada uno de ellos.

No estaban los antiguos druidas muy equivocados cuando consideraron al muérdago como su planta mágica ya que sus propiedades terapéuticas están hoy más que demostradas. Ahora sólo nos resta comprobar si un beso dado bajo un pequeño ramillete verde de esta planta realmente tiene la facultad de concedernos el amor eterno y toda la suerte que necesitamos para comenzar este año que entra.

¡Felices fiestas!

Propiedades medicinales del muérdago

Desde la antigüedad, esta planta ha sido muy apreciada tanto por sus propiedades medicinales como por las que se le atribuían de carácter místico. Vale la pena observar una por una sus propiedades y también beneficios para saber cuándo podemos usarla (no obstante, siempre debemos consultar a un médico antes de empezar a tomarla). Así, ¿para qué sirve el muérdago?

Propiedades del muérdago como planta medicinal

  • Vasodilatador
  • Hipotensor suave
  • Sedante
  • Antiinflamatorio
  • Analgésico
  • Inmunomodulador
  • Antitumoral
  • Antirreumático
  • Diurético
  • Hipolipemiante
  • Antiespasmódico

Es importante mencionar que el muérdago puede ser una planta tóxica. Su toxicidad es baja, y es necesario tomar cantidades altas para que sus efectos sean negativos, pero es mejor buscar siempre las cantidades y concentraciones adecuadas al elaborar remedios con ella.

La palabra como símbolo.

El día 23 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Palabra.

Con motivo de esta fecha, compartimos el siguiente artículo sobre la palabra como contenedor de ideas y esencias.

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Deseo comenzar esta disertación partiendo de la base de que la estructura del lenguaje ha generado numerosas tesis sobre el alcance de las palabras y su estatus como símbolo. 

Según la Real Academia Española, el símbolo es un elemento u objeto material que, por convención o asociación, se considera representativo de una entidad, de una idea, o de una cierta condición. Por ejemplo, la bandera puede entenderse como un símbolo de un Estado o de un club, o la paloma blanca como símbolo de la paz.

Ampliando esta idea, puede entenderse como una figura retórica de pensamiento por medio de la cual una realidad o concepto, normalmente de carácter anímico, se expresa a través de una representación.

Por tanto, entendemos por simbolismo la expresión pictórica de una idea o un pensamiento. En este sentido, la escritura primitiva no tenía en sus comienzos caracteres, sino símbolos que representaban toda una frase o sentencia.

De este modo, la escritura china o japonesa de los kanjis es una escritura simbólica en la que cada uno de sus pictogramas es un símbolo. Los jeroglíficos egipcios lo serían también.

A partir de esta idea podemos preguntarnos: ¿hasta qué punto las palabras representan más de lo que habitualmente se considera?

Esta pregunta no es nueva, dado que ya la encontramos en la polémica que enzarzó a escuelas de pensamiento sobre la naturaleza del lenguaje durante la Edad Media con relación al estatuto metafísico de las palabras.

En este sentido, Jeremy Naydler señala que «los protagonistas de esta disputa son conocidos como realistas y nominalistas. De tal modo que los realistas afirmaban que la palabra que utilizamos para denotar una cosa expresa la verdadera esencia de la cosa y esa esencia tiene una realidad espiritual, opuesta a la realidad física».

En el lado, los nominalistas, se opusieron radicalmente a esa «realidad de las ideas». Para ellos, las palabras son meros sonidos vacíos sin ninguna referencia intrínseca a las cosas, y mucho menos a conceptos espirituales como las esencias y, por tanto, consideraban que las palabras no tenían ningún significado intrínseco, sino que se aplican de manera arbitraria o sobre la base de convenciones humanas que nada tienen que ver con la naturaleza interior de las cosas en sí mismas.

Como nos recuerda Jeremy Naydler, «ni que decir tiene que la visión de los nominalistas ganó la batalla y, desde entonces, se ha afirmado profundamente en la mente occidental», con un sesgo de interpretación materialista y negando todo significado a las palabras como contenedoras de ideas o arquetipos y, por tanto, negando cualquier referencia a su carácter simbólico.

El pensamiento oriental, en cambio, resulta mucho más elástico y omnicomprensivo y nos permite romper los moldes anquilosados de un pensamiento trasnochado como el de los nominalistas. Resulta interesante el concepto del término sánscrito Krâm, que como tal representa un símbolo tántrico correspondiente a la idea de la mente humana que ha sido capaz de rebasar los límites ordinarios de lo invisible. Los antiguos filósofos tántricos «tenían símbolos para designar casi todas las ideas. Entendían que, si la mente humana estuviese fija en un objeto cualquiera con suficiente fuerza durante cierto tiempo, era seguro que por el poder de la voluntad alcanzaría dicho objeto».

Tengamos en cuenta que en el pensamiento tibetano existe el concepto de Kriyâ-zakti, término sánscrito que nos habla del poder el pensamiento. Se le entiende como un misterioso poder de la mente que, en virtud de su propia energía inherente, le permite producir fenómenos externos perceptibles, muy estudiado por la doctrina de los yoguis. 

Tengamos en cuenta la íntima relación existente entre el sonido y la palabra que se expresa a través de ese sonido. Tal como se estudia en Oriente, el mantram es una invocación que, al generar un sonido en el mundo físico, según se entiende por los ascetas orientales, despierta un sonido correspondiente en los planos sutiles e incita a la acción a alguna fuerza natural que yace, en principio, oculta. Estos sonidos contienen vocales cuya formulación genera grimorios que despiertan centros energéticos latentes.

En definitiva, siento la sensación de que nos movemos en la cárcel de las palabras, encerrando los discursos con estructuras vacías de contenidos esenciales, haciendo de las palabras meros objetos cosificados. A mi entender, toda palabra es un símbolo y encierra un concepto que puede despertar la imaginación en nuestra psique cuando la verbalizamos con esa fuerza mantrámica de la que nos hablan en Oriente. Pero también en Occidente, cuando en el Génesis se dice: «En un principio fue el Verbo…, por medio de él se hizo todo y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida».

Insistiendo sobre los aspectos trascendentes de las palabras, podemos colegir que son una puerta que nos comunica con el mundo de las ideas y de los pensamientos. Podemos aventurar la idea de que las palabras son símbolos enlazados en vocales y consonantes y que, en sus orígenes, los idiomas se vertebraban a través de símbolos ideográficos mucho más efectivos a la hora de traducir un arquetipo, un concepto o una idea.

De ahí la preocupación que existe entre los lingüistas y los filólogos, me refiero a aquellos que se precian y preocupan por el deterioro del lenguaje, dado que en lugar de reconducir las palabras que utilizamos para mejorar la transmisión de las ideas, sintetizamos la estructura lingüística de tal modo que vamos deteriorando y empobreciendo el significado y la esencia interna de las palabras. 

El lenguaje, tal es la capacidad que poseen los seres humanos para llevar a cabo el sublime ejercicio de la comunicación, representa ese artificio instrumental del que se dotan los seres inteligentes para descender del pensamiento al verbo y de la palabra llegar a las obras. Pensamiento, palabra y obra conforman la tríada de la manifestación de las estructuras vitales. Por tanto, cabe deducirse que el lenguaje no es solo deudor de los conocimientos de la filología, sino también y, podría decirse, sobre todo, de la filosofía.

A través del conocimiento filosófico, la especie humana ha intentado descubrir los entresijos de la sabiduría y, según el uso que se haya hecho del lenguaje, este ha permitido cavilar sobre la esencia del saber o, por el contrario, el propio lenguaje le ha llevado a desestructurar el conocimiento.

Es, por tanto, el lenguaje un «arma de doble filo», pues, así como del pensamiento pasamos a las palabras, también, por la vía opuesta, de las palabras pasamos al pensamiento.

Partiendo de estos elementos básicos, el lenguaje, en el ámbito de las realizaciones humanas, se puede tecnificar con el propósito de brindar los elementos prácticos que expliquen y desarrollen la comprensión de determinadas habilidades.

De tal modo, la palabra es trascendente, como podemos comprobarlo en el arte de la dialéctica, que nos lleva al arte de la oratoria que con tanta claridad ha reflejado Platón en sus Diálogos. Estas artes, no solo nos otorgan los medios oportunos para el ejercicio de la palabra, sino que, sobre todo, nos enseñan a pensar. Cuando las palabras se gestan en nuestra cavidad bucal, lo que están realizando es la construcción de ideas sonoras. Estas ideas han sido concebidas inicialmente en nuestra mente y, por medio de nuestra inteligencia, les damos la forma necesaria a través del lenguaje.

Es en nuestro cerebro donde organizamos el desarrollo del discurso y, según la capacidad con la que logremos estructurarlo, así será luego el resultado en la dicción verbal. Por ello resulta tan importante aprender, primero, a pensar con lógica y coherencia.

Nuestra mente se encuentra sujeta al juego de la vida y a las tensiones que ocasiona el ejercicio cotidiano de la existencia y, en la sociedad contemporánea, al barullo vital que ocasionan la prensa, las redes sociales, el consumo y las necesidades perentorias, que generan en nuestra psique desconcierto y distracciones. Ello nos impide pensar con serenidad y, como consecuencia, hablar con sensatez. Corremos el peligro de hablar a borbotones, pues pensamos también a borbotones y carecemos de la capacidad y el tiempo para ordenar nuestras ideas.

Por ello, los ejercicios de la oratoria nos inducen a desarrollar reglas y modelos de pensamiento, y nos obligan a retener nuestras palabras, con el fin de que, como si de un corcel se tratara, podamos coger las riendas y conducirlas; ya sea al paso, al trote o al galope, pero siempre desde el control de nuestro pensamiento, es decir, desde el jinete de la mente.

Debemos recuperar la serenidad interior, que es el verdadero tesoro de los seres humanos, y aprender a pensar con profundidad para que nuestras palabras sepan reflejar un modo trascendente de entender la vida, que, si bien pudiera parecer nuevo, es en realidad tan antiguo como la especie humana, pero que en el desconcierto en el que se ha sumido la sociedad moderna, nos ha llevado a vivir sin pensar. Como el Epimeteo del mito clásico, actuamos y «hablamos sin antes haber pensado» y así nos va. Deberíamos, siguiendo con el mito, buscar el valor prometeico del pensamiento y de la luz con el que su hermano Prometeo otorgó a los seres humanos la capacidad de pensar.

Por ello, si queremos hablar bien tenemos que primeramente pensar bien y ejercitarnos en ordenar nuestra mente y nuestros pensamientos.

Nos recuerda Cicerón la importancia de los sonidos cuando, al referirse al arte de la oratoria, nos indica que es una combinación de sonidos, ritmo y palabras que deben congraciarse con el oído. Así pues, «es que el oído, o la mente, advertida por el oído, contiene en sí misma una especie de medida natural de todos los sonidos», que curiosamente se asemeja al efecto mantrámico de las palabras, que estudian los ascetas orientales, de tal modo que la mente y el sonido se congracian para crear un discurso armónico que puede asimilarse a una pieza musical que, surgiendo del pensamiento del orador, vaya al pensamiento de los interlocutores y envuelva al auditorio en una experiencia armónica, interesante y sugestiva.

Marco Tulio Cicerón

Recordemos que Platón, en su diálogo Crátilo o Sobre la exactitud de las palabras, es determinante, ya que engarza la relación de las palabras con las ideas esenciales. En el diálogo se sostiene que el componente fonético de las palabras —vocales, consonantes y mudas— expresa principios o energías universales que se manifiestan en el mundo natural. De tal modo que toda la naturaleza puede ser considerada como sonido materializado que se puede expresar entre los seres humanos a través del lenguaje. Apunta Platón que existe una relación directa entre los sonidos que pronunciamos y las cosas a las que nuestras palabras se refieren.

Deseo finalizar con Jorge Luis Borges, recitando el comienzo de su poema El Golem, que nos inspira sobre el sentido oculto de las palabras y la fuerza que en sí mismas contienen, cuando recita que:

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Quizás, como ya ocurrió en el Medievo, los nominalistas sigan ganando la batalla, insistiendo sobre la idea de que los conceptos no se encierran en la esencia de los objetos. No obstante, manifiesto a favor de los realistas que consideraron que en las palabras se encierra la realidad de las ideas.

Con la inspiración que nos genera este poema, volvamos, pues, a recuperar el sentido de las palabras como símbolos capaces de encerrar ideas arquetípicas.

Por Jose M. de Faramiñán – http://www.revistaesfinge.com

2 de octubre: día internacional de la NO violencia

El 2 de octubre se celebra el Día Internacional de la No Violencia, decretado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Homenaje a Gandhi

Se escogió esta fecha en honor a uno de los principales líderes que ha existido de movimientos no violentos: Mahatma Gandhi, líder de la independencia de la India y quién definió la no violencia como: «la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre«.

Cabe preguntarse por qué celebrar este día, pero la respuesta es bien sencilla. Vivimos en un mundo que parece ser cada vez más violento. Se estima que cada año 1,6 millones de personas pierden la vida en algún acto de violencia, donde los tipos más comunes son violencia contra la mujer o violencia de género, violencia racial, violencia religiosa, violencia homofóba y en menor grado violencia criminal.

En la mayoría de los casos, las razones por las que las personas recurren a la violencia es por falta de tolerancia y poca comprensión hacia el prójimo.

Cómo poner nuestro granito de arena para reducir este mal que aqueja a toda la humanidad. La respuesta también es bien sencilla: propagando la bondad.

La bondad

Ella es la base de todo lo bueno que compartimos, es la que hace posible la convivencia, los bienes civilizatorios y la cultura, la generosidad y el esmero en la búsqueda del bien común que nos humaniza. Es, justamente, su ausencia, el egoísmo a ultranza, el que destruye los tejidos que unen y cohesionan la vida.

La bondad es un motor interior que busca el bien en los demás y en nuestro entorno involucrándonos a nosotros mismos. Esa predisposición constante hacia el bien, preocupándose por lo que los demás necesitan, se manifiesta desde el pensamiento, las emociones y los actos, convirtiendo a la persona en un “faro de luz” que emana alegría, seguridad y confianza. Su presencia ilumina, no nos ensombrece. Sembrador del bien, no trabaja con el “¿tú o yo?”, sino con el “nosotros”. Por eso podemos identificar bondad con amor.

 Podemos cuestionarnos: ¿nacemos buenos o nos hacemos buenos?

Las modernas neurociencias nos hablan cada vez más de una evidente tendencia en el hombre hacia el bien de los demás como algo innato, arraigado incluso en nuestra biología. Es cierto que hay en nosotros otras muchas tendencias hacia la supervivencia animal que podrían anularla, que conviven en nuestra naturaleza impulsos de toda índole. La complejidad en la vida es un hecho natural que exige de una dirección y armonización que la canalice. Pero la bondad parece que nos hace más humanos.

Como todo, podemos cultivar la bondad, cuya raíz parece existir en todos los seres, o dejarla apagarse bajo el peso del egoísmo; alimentar lo que nos humaniza o nos animaliza (con perdón de los animales). 

 Como decía Platón: “Buscando el bien de nuestros semejantes encontramos el nuestro”.

Fuente: https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-internacional-de-la-no-violencia

Fuente: https://biblioteca.acropolis.org/la-bondad/

Semana filosófica

Comienza un nuevo «año escolar» en La Finestra y abrimos el mes de octubre con la Semana filosófica del 16 al 20 de octubre. Cada día, de lunes a viernes, ofreceremos una micro-clase de temas pertenecientes a nuestro curso de Filosofía aplicada.

Se tara de una filosofía conectada con la vida real. La filosofía aplicada se distingue por desplegar “acciones, no palabras» y reconecta filosofía y vida.

Esperamos veros en aquellas micro-clases que os gusten más para conocer nuestro curso de Filosofía aplicada

Reserva plaza por Eventbrite o por WhatsApp al 640 061 138

Día internacional de la juventud

Juventud

Queremos destacar la idea de juventud, y no la juventud como una época de la vida humana o un período más o menos específico de acuerdo con los años que tenemos.

¿Quién puede asegurar que el que cuenta con quince, veinte o veinticinco años es joven? ¿Quién puede afirmar sin equivocarse que todos los que han pasado de los cuarenta años son adultos, o viejos si tienen más de cincuenta o sesenta? Ser joven–aparentemente joven– es una cualidad muy apreciada, tanto que otorga un privilegio especial dentro de la sociedad.

Bien está, desde luego, tratar de mantener nuestros cuerpos lo más saludables posible, con lo cual haremos un empleo adecuado de ellos, y la juventud y la belleza serán un natural reflejo de la salud.

No está tan bien, en cambio, sacrificar la salud para poseer una apariencia joven, pues en este caso el deterioro interno no tardar á en reflejarse en el aspecto externo, por mucha aplicación que se ponga en sentido contrario.

Y más allá de la salud física, en su apoyo y en la conquista de la auténtica juventud, lo que hay que lograr es ese otro frescor que corresponde a la psiquis y a la mente. Cuando hay vitalidad y armonía en todos estos planos podemos hablar de verdadera juventud.

¿Dónde se encuentra la Fuente de Juvencia? ¿Dónde reside la Afrodita de Oro, tan perseguida por los mortales ansiosos de una belleza que no se marchita? No en el cuerpo, que se desgasta por ley de vida; no en la psiquis, que tiende a la búsqueda insaciable de sensaciones; tampoco en la mente, ansiosa de conocimientos.

La raíz que buscamos está en el propio espíritu que, careciendo de edad, puede proporcionarnos una energía siempre activa, una medida del tiempo que hace útil el pasado e interesante el futuro.

Lo que es permanente en nosotros, esa escondida fuente, nos da el toque de juventud que

denominamos Afrodita de Oro…

Cada día, cuando asoma el Sol en el horizonte, hay una primavera para el que es joven.

NUESTROS SENTIMIENTOS

Todos sentimos. Somos humanos y no podemos evadir la fuerza del sentimiento.

Pero hay sentimientos que arrugan el rostro y el alma, y hay otros que otorgan el brillo de la juventud.

La envidia, el rencor, el escepticismo, el egoísmo, la vanidad, la crítica constante, la tristeza, el mal humor, todos ellos –si es que pueden llamarse sentimientos– y otros similares, son ácidos corrosivos que destruyen al que los lleva. No se puede iluminar el porvenir cuando el alma vive bajo el peso de tan nociva carga.

Cambiemos lo anterior por generosidad, esperanza, amor, sinceridad, alegría y comprensión, como mínimo, y la juventud tendrá nuevamente abiertas las puertas.

Extraído de ¿Qué hacemos con el corazón y la mente? de Delia S. Guzmán

La Afrodita de oro

Reflexión:

Juventud no es un problema de células epiteliales, para mí, la juventud no es un problema de tener 20 años; creo que, con los griegos, creo con los presocráticos, que juventud es la Afrodita de uno, juventud es el ser interior, juventud es la fuerza que tenemos dentro de nosotros mismos que nos hace escribir un libro como una planta hace florecer, que nos hace ir a una clase como un río que hace crecer, que nos hace componer una música como las estrellas brillan en el cielo.

Es una fuerza misteriosa, la fuerza de la juventud interior, la Afrodita de oro, de los griegos, aquello que nos permite, más allá del tiempo y del espacio, ser eternamente jóvenes, tener entusiasmo, tener ideales, tener capacidad de amar, más allá de las glándulas y más allá de los distintos pellejos, que no se recubre, tener esa fuerza interior, vertical, como un juego, como un árbol, como un venir en medio de un inmenso campo; tical es y dirigirnos hacia el cielo y tener conocimiento de la tierra. 

El día que descubrimos que, más allá del número, existe un escencia, existe una fuerza, existe un poder, reconstruiremos este mundo que estamos perdiendo y lo reconstruiremos mejor.

Autor: JAL

Y el hombre pisó la Luna

Recordamos con esta efeméride,uno de los mayores hitos de la humanidad, para el que fue necesario un esfuerzo tecnológico sin precedentes y al que se tuvieron que añadir grandes dosis de valor, espíritu de aventura y progreso científico. El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong pisó la superficie lunar, en lo que los humanos hemos llamado Mar de la Tranquilidad.

«Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad» (Neil Armstrong).

Esta es, tal vez, la frase más conocida de la historia de la carrera espacial del ser humano. Es la frase que Armstrong pronunció al bajar de su nave a la superficie lunar, el 20 de julio de 1969, a las 2:56 hora internacional UTC, al sur del Mar de la Tranquilidad.

La historia de cómo el hombre llegó a la Luna, el único satélite de la Tierra, culmina en julio de 1969, pero el afán del hombre por alcanzar este hito existe desde que un día levantó la cabeza y soñó con volar al espacio. No son pocas las naves que, tanto en la literatura como en la ciencia temprana, se crearon para volar y llegar a la Luna, algunos de cuyos grandes inspiradores fueron Julio Verne o H. G. Wells, desde luego.

El gran boom espacial se produce a principios del siglo XIX, primero de forma teórica (sobre todo por parte de rusos y alemanes); finalmente, fueron los alemanes los que consiguieron llevar al espacio el primer cohete, el V-2, en el mes de junio de 1944.

Después de esto, durante la Guerra Fría, en 1957 tanto la Unión Soviética como Estados Unidos afirmaban que tenían a punto cohetes y naves con tecnología para llegar al espacio, en un afán de demostrar de cara al adversario una superioridad a menudo imposible, pero esa primera «batalla» la ganó la Unión Soviética, pues lanzó el Sputnik 1 el 4 de octubre de 1957 (el primer satélite artificial de la Tierra de la historia de la humanidad). Luego fue el Sputnik 2, el 3 de noviembre de 1957, con la perrita Laika en su interior, que fue el primer animal vivo en salir de la Tierra en un satélite artificial. Y más tarde, el Sputnik 3, el 15 de mayo de 1958, con instrumental para investigación científica.

Estados Unidos no consiguió llevar al espacio su primer satélite hasta el 1 de febrero de 1958, no sin antes haber sufrido varios fracasos, lo que provocó lo que se conoció como «la crisis del Sputnik». En ese momento, el Congreso de Estados Unidos invirtió muchos recursos para llevar al primer hombre al espacio, creando la NASA, que en 1959 comenzó el proyecto Mercury con ese objetivo. Eligieron a siete astronautas, los Mercury Seven, con la intención de que fuesen los primeros, o al menos uno de ellos, en orbitar alrededor de la Tierra.

Pero de nuevo la URSS se adelantó con el primer cosmonauta, Yuri Gagarin, haciendo un vuelo de 108 minutos en una órbita alrededor de nuestro planeta el 12 de abril de 1961, en la misión Vostok 1. El 7 de agosto del mismo año, fue German Titov, otro soviético, quien orbitó en la misión Vostok 2. Llegaron a acumular hasta 260 cosmonautas en órbita y 16 cosmonautas en un día en el espacio.

Estados Unidos no tuvo listo a su primer astronauta hasta el 5 de mayo de 1961, Alan Shepard, en la cápsula Freedom 7. Sin embargo, la sociedad estadounidense veía cómo la URSS se adelantaba siempre a los proyectos espaciales, lo cual, en el momento histórico en que se producía, generaba cierto miedo. Por ese motivo, el presidente John F. Kennedy anunció públicamente el 25 de mayo que tenían un plan para llevar a un hombre a la Luna en el año 1970. De este modo, nació el programa Apolo.

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Estados Unidos estaba ganando la carrera a la URSS, pues el 20 de febrero de 1962 ya habían lanzado un tercer vuelo espacial orbital tripulado con John Glenn, que completó tres órbitas en la misión Friendship 7, y el 16 de mayo de 1963 ya eran seis los astronautas del proyecto Mercury, con un total de 34 órbitas y 51 horas en el espacio.

A partir de ese momento, ambas naciones empezaron una carrera sin tregua. La URSS presionó a sus científicos para poder tripular sus Vostoks con 2 o 3 cosmonautas, cambiándole el nombre a Voskhod, aunque solo consiguieron lanzar dos. El cosmonauta ruso Alexei Leonov fue el primero en dar un paseo por el espacio fuera de la Voskhod 2, el 8 de marzo de 1965, pero tuvo graves problemas para volver al interior de la nave e incluso acabaron perdidos en un bosque al aterrizar.

Por su parte, Estados Unidos empezó con misiones Gemini tripuladas con retraso, casi un año, pero poco a poco alcanzaron y superaron las misiones de la URSS, que, entre 1965 y 1966, desistió de hacer viajes tripulados por problemas técnicos, aunque nunca dejó de trabajar en secreto en una posible nave tripulada para aterrizar en la Luna antes que los estadounidenses.

Por las prisas o por la competencia, el 27 de enero de 1967, la tripulación entera del Apolo 1 falleció por un incendio durante unas pruebas. Por su parte, el 24 de abril del mismo año, el único cosmonauta ruso de la Soyuz 1 también falleció por problemas eléctricos. Prisas, defectos de diseño… todo se resolvió para no parar y reanudar la carrera de los vuelos tripulados con destino lunar.

Finalmente, todo se aceleró, y llegó la fecha que conocemos, adelantándose al anuncio del propio Kennedy y sorprendiendo al mundo entero.

El Apolo 11 fue lanzado al espacio desde el complejo espacial Kennedy en Cabo Cañaveral (Florida) el 16 de julio de 1969. Se impulsó con el cohete de nombre Saturno V para salir de la atmosfera terrestre. La misión fue nombrada de forma oficial como AS-506.

Los tres tripulantes de la misión eran Neil Armstrong, comandante de treinta y ocho años; Edwin Aldrin, de treinta y nueve años, y Michael Collins, al que se conoce como «Buzz», que era el piloto del módulo de mando, de treinta y ocho años. El módulo lunar se denominó Eagle, mientras que el módulo de mando se denominó Columbia.

Llegó a la superficie lunar el 20 de julio ( en el Mar de la Tranquilidad, en las coordenadas 0°40′27″N 23°28′23″E), cuatro días después de abandonar la Tierra. El 21, Armstrong y Aldrin salieron a la superficie de la Luna a caminar durante 21 horas, 36 minutos y 20 segundos. El 22 de julio regresaron a la Tierra.

La retransmisión de este gran acontecimiento se hizo a todo el planeta; era algo demasiado importante como para no exponerlo. Esa retransmisión se llevó a cabo desde el Observatorio Parkes en Australia. En un primer momento, se había pensado que el paseo lunar de los astronautas se retransmitiese a partir de la señal que llegase directamente a la estación de seguimiento de Goldstone en California, Estados Unidos, que pertenecía a la Red del Espacio Profundo. Pero la señal que llegaba era de tan mala calidad que se decidió que era mejor usar la señal de la estación Honeysuckle Creek, más cercana a Camberra, en Australia. Pasados unos minutos se volvió a la señal original.

Actualmente, siguen con vida dos de los tripulantes del Apolo 11: Edwin E. Aldrin, de ochenta y nueve años, y Michael Collins, de ochenta y ocho. Neil A. Armstrong falleció en 2012 con ochenta y dos años.

Pasados más de cincuenta años, aún hay miles o millones de personas que no creen que se llegase a la Luna, que todo fue un montaje, una actuación con fines políticos. Incluso se han escrito ficciones donde se explora esta posibilidad. La verdad es que, en julio de 1969, millones de personas estuvieron enganchados a sus televisores viendo cómo dos astronautas caminaban sobre la Luna, comprobando cómo no era de queso y que no tenía una gran cara como en las viejas películas.

Sea como fuere, esa fecha marcó un antes y un después en todos los que vieron que nuestra casa, la Tierra, no es solo un conjunto de tierra y agua, sino que hay posibilidades fuera de ella y que el universo también es parte de nuestro mundo.

Nunca hemos dejado de mirar al cielo y aquel día deseamos estar allí.

Fuente: https://www.revistaesfinge.com